Ciudad de Méjico


El camino de la perfección. Estaba sentado haciendo yoga frente a la ventana y me asaltó este pensamiento: el camino de la perfección personal (un modo de decir, claro). Somos imperfectos, en nuestro barco se abren vías de agua, y así andamos. Recuerdo que una idea similar me vino con fuerza en Teherán unos años atrás. Es como si algo dentro de uno llamara periódicamente a practicar un tipo de verdad conveniente al organismo. Ser mejores, estar en sintonía con lo que te rodea, no engañarte, ser verdad en ti mismo.

Ser verdad en ti mismo. Una idea interesante.

El camino de la perfección, no ese en que tanto empeño ponían los curas cuando nos empujaban a leer el Kempis, no. Cuando pienso en esas palabras parece mejor que me acercara a un concepto que lindara con la idea de agradarse a uno mismo; perfección es un concepto ético de dudosa filiación, como una parte importante de todo lo ético; habría que andar sobre él de puntillas. Agradarse a uno mismo sí me parece ya algo sólido sobre lo que levantar otros ladrillos.


Museo de Arte Moderno.

Pasear frente a los cuadros puede ser como pasear por el país y por la intimidad de sus habitantes.

La castidad rasgada. Conceptos, organización de la naturaleza, referencias después enfatizadas. La cueva del Minotauro, el bosque encantado. La moral organizada a partir de la naturaleza, a partir de un principio indiferenciado.

Anhelo y penitencia. ¿Cuáles son las tripas del anhelo? El anhelo, que se asoma a las almas que habita, según su fortaleza, las circunstancias que vivió y creó el individuo. El anhelo se yergue y se hace fértil cuando la esperanza está viva y ondea fértil en el horizonte.

Hombre reclinado, Javier Merino. El orgullo del pene, la conciencia de la virilidad, la conformación del cuerpo: estar vestido del cuerpo. Ser pene, ser árbol, cuerpo, barro, desgarro, mirada inquisitiva.

No te podré mirar a los ojos porque tendré tu cuerpo delante, las puertas, el misterio, el anhelo infinito de tocarte.

Visita inesperada. Remedios Varo, que explicaba momentos antes de su muerte el mecanismo del infarto que sufrió. “¿Habrá conquistado la gran sabiduría de ver la muerte sin miedo?”

Angel Zárraga. San Sebastián, La dádiva. La dádiva. Los viejos, la decrepitud frente al misterio de la vida, la insinuación de lo profundo, del ser. Ese pene que buscaba hoy, recostado, tranquilo, transmutable en pasión y gemido.

Agustín Ocampo. Desesperación. Escultura de mujer postrada sobre la tierra de rodillas. Contraponer esta figura a la de del hombre de barro.

Insistentemente: la figura femenina desnuda, la fuerza que nos lleva a ella como expresión del comienzo de un misterio. La desnudez, la emoción de lo bello. ¿Qué hay en esa desnudez que llega a nosotros como canto de sirena, inefable, indecible?