La mañana es una masa lechosa de niebla agarrada al lecho de
La primera impresión nada más despertar al día siguiente es la de no saber qué coño hacemos aquí; la guía dice que se puede venir aquí por los limeños que son muy agradables, porque se come muy bien, y la última, y más irremediablemente convincente, porque todos los caminos pasan por Lima y en consecuencia no hay manera de evitarla. Así que aquí estamos, en medio de la garúa matinal, yo metido en la cama bajo una manta, y
De momento tengo una curiosidad que observar, mi tristeza; voy a proponerme no quitarle ojo durante todo el día a ver si descubro sus perfiles y algo de su componenda interna. Se me ocurre que entre un andaluz y un gallego media la diferencia de un carácter del que no debe de estar ausente ni el calor del sol ni el orvallo agarrado a la costra de
Mi tristeza quizás tiene que ver también con el cansancio. Como quien tiene un gran trabajo por delante después de haber cumplido puntualmente tres meses de vagar por Latinoamérica. También apatía, hablamos continuamente de estos países con una enorme desesperanza. La tormenta daba sus últimos coletazos sobre el puente de popa, conversábamos con el patrón del barco de popa, que ya antes había sido evacuado ante la violencia del temporal; sólo quedaron allí los amantes de la violencia diluvial y del fragor de los truenos, y el hombre había subido a visitarnos; debía de estar intrigado con esa pareja de españoles que se pasaban el día meciéndose en la hamaca, con un libro o con el ordenador en las manos. La conversación cayó inevitablemente en los problemas endémicos de estos países: la corrupción, la pobreza, la natalidad galopante, la ignorancia, la religión fomentadora de tantos males; todo ello en contraste con los recursos, a veces numerosos, mal aprovechados o expoliados por los ladrones de siempre.
Enumeración sucinta para una antología de la mañana: tristeza, añoranza de casa, cansancio, inseguridad ante los retos por delante, este andar como huérfano por el mundo, esa necesidad que debían de tener las hordas primitivas que emigraban, de pasar largos periodos de tiempo de sedentarismo justo hasta que empezaban a sentir la llamada de volverse a poner en marcha. ¿Nos encontramos una vez más con las secretas codificaciones grabadas pacientemente, gota a gota, durante milenios en nuestras circunvoluciones cerebrales?
Escritura, rezos de la mañana, estiramientos, afeitado de barba de una semana, ducha y, en seguida, noto que el día se abre mejor, mi tristeza se ha hecho más delgada. Hago el macuto, el fardo con las hamacas que envuelven ya la parte gruesa de nuestro equipaje (el refajo que digo y que
Y como esta mañana hablé de Lima es necesario volver a hablar de Lima para corregir el ángulo de tiro. La Lima de anoche, la de la nube de smog de esta mañana, no se parece en nada a la Lima de la calle después de encontrar un hospedaje acorde con nuestros gustos en el puro centro, junto a la Plaza de Armas, en una calle peatonal llena de humanidad y colorido. Poco después del mediodía, incluso sale el sol, débil y acariciador, como ese de Madrid que asoma en algunas mañanas de domingo por el Retiro o por el paseo de la Castellana, y se instala en la Plaza de Armas entre el color de las flores y la multitud de viandantes.
Volaron tristeza y cansancio. Bendita capacidad del cuerpo para regenerar energías y ganas de. El agradecimiento, ahora, a las circunstancias. Un primer piso con ventana a un patio donde llegan los ruidos de una tele lejana, las incoherencias de un loro y los gritos de la chica encargada del hotel que se deja perseguir por un mozuelo de su edad.
Saboreo un rato de soledad que