Hay que admitir que con frecuencia nos vienen de perlas las convenciones sociales, algo estructurado y ordenado donde todo el mundo conoce el lugar en que debe colocar los pies; últimamente creo que no es un mal en absoluto, más bien tiendo a pensar que constituye un excelente trampolín para hacer casi siempre lo que queramos; tiendo a ver precisamente en la ingenuidad de esa sociedad, en sus planteamientos simplistas y su medir con el mismo rasero a una gran parte de los individuos, una oportunidad que deja bastante espacio a los locos de atar, con tal de que seamos capaces de hacer el juego a las convenciones. En el momento en que uno no hace lo que los otros, ya es un raro, ya no saben qué hacer contigo porque no tienen elementos de juicio. Ya no hay hogueras, y, además, el peso de la mediocridad contribuye a descafeinar la percepción; igual que la falta cada vez más de gente con narices para hacer una huelga, enfrentarse a una injusticia, dar un buen grito cuando es necesario; de la misma manera ese estrato social, que es el que puede molestar en la cercanía, terminará diluyéndose en su vida gris; nada que pueda molestarnos.
Hoy pasamos el día en olor de masas. Un millón de personas en la calle para apoya al presidente Chávez. Ambiente denso, inconográfico, lleno de pasión. Los problemas sociales y políticos, la necesidad de organizar la vida de los pueblos en un entorno civilizado y justo, es un debate apasionante que está en Venezuela a las puertas de
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De mi lectura hoy de Pániker, Cuaderno amarillo... con ser tan interesante. La clase de gilipollas que se compra la ropa en Londres y se hospeda en el Palace. Cuidado con el señor Pániker en sus lindes con la pijotez; atención a la elitecracia endogámica que perora desde los mejores hoteles o desde el barrio de Pedralbes y sus similares.
Hoy parece un pavo meneando la cola:
-¿Esa chaqueta la compraste en tal, verdad?
Y además lo refleja en el diario... y lo publica... para que se vea con qué tipo de gente se relaciona, siempre V.I.P.
Fatuo.
La música tiene que ser interpretada por éste o por el otro. Bien a Gleen Gould en El clave bien temperado, pero mal en las variaciones Golberg, o al revés. Ese aire de pontificación que le sale de tanto en tanto, me recuerda la ingenuidad de un preadolescente pavoneándose delante de las chicas de su clase.
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Estos días hago ejercicios de presente. Viajamos hacia Chichiriviche. Sólo existe este instante, me digo, y miro por
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Chichiriviche
Delia, la dueña del lugar donde nos albergamos, es una mujer arrolladora, con una vitalidad tan grande que a poco de conocerte parece que te absorbiera y tú ya no pudieras decidir qué velocidad de ventilador poner, si dejar la ventana abierta o si correr
Hoy había una poesía de Dámaso Alonso en el correo de Marisa. Versos que uno no sospecha en este poeta:
Toco, toco, toco.
Y no, no estoy loco.
Hombre, toca, toca
Lo que te provoca:
Seno, pluma, roca,
Pues mañana es cierto
Que estarás muerto,
Tieso, hinchado, yerto
Toca, toca, toca,
¡Qué alegría loca!
Toca, toca, toca.
(Dámaso Alonso)
Coro
Esta tarde hicimos una escapada a las lindes del desierto, una mirada sólo para ver cómo se escondía el sol en un horizonte incierto en donde la línea nítida y recta de la tierra oscura parecía entreverada a los reflejos de un mar lejano. Nos pusimos a andar rápido pensando en que nos diera tiempo a llegar a aquello que se mostraba como mezcla de agua, islas, tierra; pero las referencias en el desierto son siempre engañosas, no sabes si hay dos kilómetros por medio o cincuenta. Efectivamente se nos hizo de noche, aunque pudimos rescatar un par de diapositivas para nuestra colección. De vuelta a la carretera tuvimos suerte, una camioneta nos devolvió a